El Banquete de Herodes
Los poderosos nunca han comido como los pueblos. Las
condiciones de unos y otros han dado como resultado no sólo gastronomías
diversas y opuestas, también grandes brechas de acceso y cantidad de consumo.
El escritor venezolano Miguel Otero Silva en su novela
póstuma La Piedra Que Era Cristo (1984) pinta una semblanza, una aproximaciónfabulada e imaginaria del famoso y suntuoso banquete que diera Herodes Antipasantes de la decapitación de Juan el Bautista por petición de su hijastra Saloméquien había deslumbrado a todos los invitado por su baile y belleza adolescente.
Desde su ala de narrador, Otero Silva se sirve de
licencias literarias para recrear en palabras y reconstruir con imágenes el
fatídico episodio, “A la cadencia de las arpas se sumaron los trinos de las
flautas, el pespunteo de las cítaras y el repiqueteo de los crótalos, y entre
todos hilaron una música tan melodiosa como el lenguaje de la Sulamita.
Esclavos y esclavas de diferentes razas transportaban en alto las bandeja de
plata portadoras de manjares ideados por el eunoco Bocuso, indiscutible
inventador de la nueva cocina de Oriente.”
Con un paso entre la investigación y la imaginación,
entre la realidad documental y la ficción literaria de escritor consagrado, nos
detalla, además, el supuesto menú de esa
noche. Un menú sofisticado como abundante. Menú de reyes, comida de tronos:
- · Caldos de huevos aderezados con nueces de Esmirna
- · Sopas de leche agria servidas en fuentes de loza china y ornadas con umbelas de hinojos
- · Lubinas del mar Grande escarchadas con semillas de sésamo y raíces de jengibre
- · Truchas del Jordán yacentes entre uvas frescas y pasas de Corinto
- · Tajadas de antílope sumergidas en salsas de bayas de mora
- · Liebres adobadas con clavos y canelas de Ceilán
- · Pichones de tórtola sahumados al vapor de menta
- · Ánades salvajes tapizados por gordas aceitunas de Perea
- · Perdices arrebujadas entre lentejas tiernas y coronadas por higos maduros y albaricoques secos
- · Quesos cuajados con leche de cabras de la Montaña Real
- · Fresas de Jericó empapadas en jarabe de naranjas y espolvoreadas con pimienta verde de Madrás
- · Pasta ligera de almendras maceradas en pétalos de rosas y miel de romero.*
A ciencia cierta
no podemos precisar el límite entre la imaginación literaria de Miguel Otero
Silva y la veracidad de esos platos. Pero del origen mediterráneo, del medio y
lejano oriente de sus ingredientes y de su elaborado exotismo y cantidad de
platos, podemos afirmar que de seguro si fue posible.
Hoy en pleno
siglo XXI, cada plato puede ser un reto
a la imaginación e investigación de un chef de cocina o para un joven
estudiante de gastronomía… A pesar de las brechas.
*Miguel Otero Silva (1984) La Piedra que era Cristo
Editorial Panapo-Editorial Oveja Negra páginas 47-48.
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